Cuasimonedas y el recuerdo de los Federales en Entre Ríos Por Ramiro García

21-01-2024 Opinion

La caída de recursos y el freno a la emisión nacional desemboca en salidas extremas, como las cuasimonedas. El puntapié de La Rioja y el «No» de Frigerio.

Por si no fueran suficientes las similitudes entre la actualidad social y económica del país con la de la crisis de 2001, aparecieron las cuasimonedas. La aprobación de la Legislatura de La Rioja esta semana de la emisión de una nueva edición del Bocade (Bonos de Cancelación de Deuda) disparó el debate sobre las capacidades de las provincias argentinas de afrontar el ajuste nacional sin tener que recurrir, otra vez, a este tipo de instrumentos, como ya hicieron 15 jurisdicciones, incluida Entre Ríos, a comienzos de siglo.

Las provincias no pueden tener monedas provinciales paralelas al peso nacional. Excepto Buenos Aires. Pero sí pueden inventar bonos (Letras) que suelen crearse por ley, por montos y plazos determinados. Los emite el Tesoro provincial y pueden circular y usarse al igual que el peso, pero su valor suele ser inferior al de la moneda nacional, ya que no pueden usarse para lo mismo que el peso, por ejemplo para intercambios que excedan los límites provinciales.

Si bien hay antecedentes más antiguos, la oleada de cuasimonedas más recordada inició en 2001 y se extendió hasta 2003. Cuando agonizaban la Convertibilidad y el modelo económico del menemismo de los ‘90, muchas provincias estaban endeudadas, desfinanciadas y con déficit fiscal. Habían perdido millonarios recursos de coparticipación federal, que en 1988 eran del 57% para las provincias y 43% para la Nación, y se habían recortado a poco más del 30%.

Sin pesos ni otra forma de financiarse para pagar sueldos, se vieron obligadas a emitir los respectivos papeles. Fueron 15 en total: Buenos Aires sacó el Patacón; Córdoba, el Lecor; Entre Ríos, el Federal; Corrientes, el Cecacor; Tucumán y La Rioja, el Bocade; Mendoza, el Petrom; Misiones, el Cemis; Formosa, el Bocanfor; San Juan, el Huarpe; Chaco, el Quebracho; Catamarca, el Bono Ley 4748; Tierra del Fuego, las Letras; y Chubut y Río Negro, el Petrobono. Además, el propio Estado nacional había emitido el Lecop.

Entre Ríos no escapaba al panorama general y acudió urgida a su billete doméstico: el Federal. Según rememora Roberto Schunk, ex ministro de Producción entrerriano y profesor universitario de Economía, “la situación era extremadamente difícil. Entre Ríos había sufrido la transferencia de servicios, como la escuela secundaria, sin el correspondiente financiamiento. El Estado Nacional le debía más de 400 millones de dólares. Pero a su vez tenía deudas, que se garantizaban con los fondos de coparticipación federal”.

Gobernaba Sergio Montiel, acorralado por distintas peleas: la disputa que lo enfrentaba dentro de la Alianza con el presidente Fernando De la Rúa y su ministro de Economía, Domingo Cavallo; la interna que lo acosaba localmente en la gobernante UCR; y, especialmente, el candor de la calle, donde se expresaba cada vez más seguido y más duramente el hartazgo del pueblo ante el ajuste y las consecuencias del modelo neoliberal. La resistencia se organizaba centralmente en la Multisectorial que nucleaba a trabajadores estatales y privados, jubilados, estudiantes y vecinos autoconvocados.

Los Bonos Federales, que rechazaba la gente, fueron aprobados por una escueta mayoría en la Legislatura local y promulgados por el gobernador a fines de septiembre de 2001, prácticamente en vísperas del estallido de diciembre. El propio Schunk, que integraba aquella Multisectorial, recuerda que se emitieron equivalentes a 328 millones de pesos de aquel momento, unos 348 millones de dólares. Y que la experiencia naufragó a poco de estrenarse.

“Entre Ríos, al no ser una provincia industrial, tenía que comprar gran parte de los insumos en el resto del país, en las otras provincias. Esto generó serios inconvenientes. Había empresas y comercios que podían canjear federales por pesos y otras que no”, indica el docente de la UNER y la UNL. También trajeron la aparición de los recordados ‘arbolitos’ que cambiaban billetes de sol a sol en los centros de las ciudades.

Las letras del Tesoro provincial entrerriano, para colmo pronto bautizadas con la ominosa sigla “BoFe”, eran rechazadas en muchos rubros comerciales, o aceptados pero a un valor inferior al peso nacional, lo que encarecía las cosas para cerca de 100.000 personas que cobraban en este papel. Eran unos 55.000 empleados públicos, 17.000 jubilados, 10.000 pensionados (ley 4035) y 17.000 pensionadas amas de casa.

Su circulación generó también maniobras turbias, como mesas de dinero (algunas sospechadas de operar dentro de la propia Casa Gris) y una Cámara de Conversión (renombrada ”Cámara de Corrupción”) donde acudían cautivos a canjear los federales quienes tenían obligaciones en pesos fuera de la provincia. Los Federales se depreciaron tanto que llegaron a cambiarse por apenas 30 centavos de peso nacional.

Nueva crisis, ¿otra salida?

Consultado si la crisis económica en curso en el país puede llegar a generar un escenario similar a aquel de 2001-2002, Schunk advierte: “No igual, creo que puede ser peor. Nunca vi una situación como la que está planteando el gobierno nacional. Y esta crisis recién empieza”.

El ex ministro de Producción de las gobernaciones de Sergio Urribarri (2008-2015), cuestiona el programa libertario. “Se hizo una brutal devaluación de más del 110% y una liberación de todos los precios de la economía. Pero no fue como en programas anteriores (1989 o 2001), en los cuales se discutió la adecuación de todos los sectores de la economía, incluyendo a los trabajadores. Aquí hubo un incremento brutal de precios sin que se actualizaran los ingresos”.

Según el profesor y economista, la actualidad tiene “el mismo trasfondo de crisis económica y social que estamos viviendo en las provincias” que el escenario de las cuasimonedas de inicios de siglo. “Se está viendo una recesión, que puede terminar en una depresión económica”, observa Schunk.

El panorama no es alentador para los gobernadores, que afrontan caída de recaudaciones provinciales y se van quedando sin la liquidez que necesitan, en especial para pagar sueldos y gastos corrientes. El ex ministro Schunk cree que Entre Ríos puede llegar a encontrarse en la obligación de tener que emitir una cuasimoneda, como hizo La Rioja. “Totalmente”, responde a la pregunta.

“¿Qué implica la recesión para el Estado entrerriano? El 70% de su recaudación en impuestos provinciales son Ingresos Brutos, que gravan las transacciones. Si hay caída de la actividad económica, eso repercute inmediatamente sobre la principal fuente de financiamiento del Estado provincial”, ejemplifica. Pero también señala que en los últimos meses hay una caída de la Coparticipación Federal. “Las provincias van a recibir menos, cae la recaudación y no van a poder sustentar presupuestariamente los gastos”, diagnostica el economista.

Frigerio descartó cuasimoneda

A pesar de que el gobernador repite semanalmente que en Entre Ríos “no hay plata” y que la Provincia debió endeudarse para pagar sueldos, Rogelio Frigerio negó que vaya a recurrir a la emisión de una cuasimoneda como el “Chacho” riojano. Luego de aprobarse el Bono de la provincia norteña, en el marco de una recorrida por Concepción del Uruguay, el mandatario entrerriano fue consultado al respecto y descartó «totalmente la emisión de una moneda» local.

«Flaco favor le haríamos a esta gestión nacional emitiendo una moneda propia», consideró en declaraciones que reprodujo el portal Dos Florines, y admitió: «Tenemos problemas, encontramos vacías las arcas provinciales pero entendemos que hay otra forma de solucionar esto».

Finalmente, expresó que las cuasimonedas «retrotraen a un momento de la historia económica argentina que no es una buena idea repetir».

CREDITO: UNO ENTRE RIOS

Autor: Oscar Arnau